Aunque sus fotografías circularon ampliamente en el medio académico de su época, entre particulares e incluso como postales, el nombre de Jean-Baptiste Vaudry es poco o nada conocido entre los antropólogos e historiadores que trabajan sobre Bolivia. Sin embargo, el legado del francés es francamente impresionante : además de cientos de fotografías que abarcan las tres cuartas del país (la excepción es la región amazónica), tomadas en las tres primeras décadas del siglo XX, es el autor de varios textos publicados e inéditos y de mapas. Este breve texto quiere reconstruir y rememorar su aporte a la antropología del país y, sobre todo, dar a conocer los materiales inéditos de su autoría que recientemente han salido a la luz.
Hijo de Léon Gustave Vaudry y Leodocia Georget, Jean‐Baptiste Alexandre nació el 7 de enero de 1875 en Mesnil Clinchamps (Normandía, Francia). Estudió en París, obteniendo el título de ingeniero civil en la École des Arts et Manufactures (Vidaurre, 2012). A finales de 1901 o inicios de 1902, viajó a Bolivia contratado por la sociedad Hachette de París. De hecho, el 15 de febrero de 1901, Hachette había firmado un convenio con el gobierno boliviano para el levantamiento de planos topográficos y otros trabajos en Bolivia, en colaboración con ingenieros bolivianos [1]. Estos “otros trabajos” consistían, sobre todo, en el levantamiento de un catastro de los distritos mineros del occidente del país [2].
Sin embargo, a inicios de 1903, Bolivia decidió rescindir el contrato celebrado con Hachette, arguyendo que los resultados no estaban “en relación, desgraciadamente, con los desembolsos que hace el gobierno” [3]. Las partes llegaron a un acuerdo : la sección geológica, a cargo del francés Alfred Dereims, continuaría su labor, mientras la sección topográfica sólo seguiría con trabajos de gabinete [4]. Estos cambios no afectaron directamente a Vaudry quien, desde al menos octubre de 1902, estaba apoyando técnicamente la Comisión Demarcadora de Límites con Argentina [5]. En 1889, el tratado Quirno Costas/Vaca Guzmán había establecido el paralelo 22 de latitud Sur como límite entre ambos países, pero varios temas quedaban aún por definir, entre ellos la situación del pueblo de Yacuiba, reconocido por todos como perteneciendo a Bolivia pero ubicado al sur del paralelo 22. De esta manera, a inicios del siglo XX se procedió a una nueva revisión de los límites, tarea que desembocó en 1925 en el tratado definitivo entre ambas naciones. Jean-Baptiste Vaudry participó del relevamiento físico de hitos en el terreno, como técnico y perito por parte del gobierno boliviano.
En 1905, contrajo matrimonio en Cochabamba con Zoila Henry, hija de un ingeniero francés que trabajaba para la compañía Eiffel, y siguió trabajando para el gobierno boliviano. Integró en 1907 y 1908 la Comisión boliviana de Límites con Brasil, siguió trabajando en la demarcación de hitos con Argentina hasta 1913 y participó de varias reuniones en Buenos Aires entre 1908 y 1913 [6]. La Primera Guerra Mundial lo obligó a regresar a Francia a combatir, recibiendo la Cruz de Guerra. Se instaló luego en la región parisina (Neuilly-sur-Seine), pero volvió a viajar por Bolivia. Al menos desde 1919 y hasta 1924, trabajó para el magnate del estaño, Simón Patiño, en las minas del altiplano boliviano [7]. No se sabe exactamente en qué año volvió definitivamente a Francia, aunque sí que, en 1929, vivía en Neuilly-sur-Seine. Falleció el 1° de julio de 1938 en Matthieu, Normandía (Vidaurre, 2012).
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Cuadro 1. Cronología de los viajes de Vaudry, según las fechas de sus fotografías
1902 | La Paz |
26 de enero de 1903 | La Paz |
1903 | Challapata (departamento de Oruro) |
Mayo de 1903 | Potosí ; Bartolo (De Potosí a Sucre) |
Junio-Julio de 1903 | Padilla (departamento de Chuquisaca) |
Agosto de 1903 | Macharetí ; Caraparicito ; Santa Rosa de Cuevo (12 de agosto) (Chaco chuquisaqueño) |
24 de septiembre de 1903 | Orilla izquierda Pilcomayo (Chaco tarijeño) |
Septiembre de 1903 | Cabayu-repoti ; Crevaux (26 de septiembre) (Chaco tarijeño) |
Septiembre de 1903 | Fortín Murillo (Chaco tarijeño) |
Octubre de 1903 | Caiza (Chaco tarijeño) |
1904 | Caiza (Chaco tarijeño) |
Febrero de 1904 | Potosí ; De Potosí a Tupiza |
1904 | Tupiza (departamento de Potosí) |
1907 | San Ignacio de Velasco (departamento de anta Cruz) |
Marzo de 1908 | Buenos Aires (Argentina) |
1908 | Puerto Suárez, Laguna Mandioré (Agosto) (departamento de Santa Cruz) |
1910 | Río Lipes (departamento de Potosí) |
1911 | Porongal (Salta, Argentina) |
1911 | Mina Amaya Pampa (departamento de Potosí) |
Junio de 1911 | Uncía (departamento de Potosí) |
Marzo de 1913 | Buenos Aires (Argentina) |
Abril de 1913 | Corral Blanco, Palca de Oro, Santa Catalina (Jujuy, Argentina)) |
Mayo de 1913 | San Juan (Rinconada, Argentina) |
30 de Julio de 1919 | Oruro |
Septiembre de 1919 | Oruro |
Enero de 1920 | Uncía (departamento de Potosí) |
Febrero de 1920 | La Paz |
Mayo de 1920 | Oruro |
Septiembre de 1920 | Colquechaca (departamento de Potosí) |
25 de Diciembre de 1920 | Oruro |
1921 | Chaquiri (departamento de Potosí) |
3 de Abril de1921 | La Paz |
1 de Junio de 1921 | Uncía (departamento de Potosí) |
Septiembre de 1921 | Cochabamba |
Mayo de 1923 | Colquechaca (departamento de Potosí) |
24 de Junio de 1923 | Colquechaca (departamento de Potosí) |
Julio de 1923 | Colquechaca (departamento de Potosí) |
Septiembre de 1923 | Chayanta (departamento de Potosí) |
Octubre de 1923 | Chayanta ; Uncía (departamento de Potosí) |
Noviembre de 1923 | Cochabamba |
24 de Febrero de 1924 | Oruro |
Septiembre de 1924 | Valparaíso (Chile) |
Los trabajos de Vaudry le valieron el reconocimiento de la Sociedad de Geografía de París, que le otorgó la medalla de oro del premio Léon Dewez en 1907 (Chervin, 1908 : 108) ; en 1908, ingresó como socio corresponsal en la Sociedad Geográfica de Sucre [8]. En 1929, finalmente, el gobierno boliviano le concedió el grado de comendador del Cóndor de los Andes [9].
En 1904, Vaudry realizó un mapa carretero de varios departamentos de Bolivia [10]. Sin embargo, su obra atañe principalmente a las tres grandes regiones que recorrió en función de sus trabajos : el Chaco (en la época de la Comisión de Límites con Argentina) ; el Oriente o la Chiquitania (durante su participación a la Comisión de Límites con Brasil) y el altiplano y las regiones mineras, cuando trabajó para Simón Patiño.
Sobre el Chaco, existen dos mapas del territorio de los indígenas chiriguanos de su autoría, publicadas en la Anthropologie bolivienne de Arthur Chervin en 1908. El mismo volumen reproduce también muchas de las fotografías tomadas por Vaudry en la región.
En el Oriente, sabemos que Vaudry realizó en 1909 un mapa de Bahía Negra a orillas del Paraguay (territorio en disputa entre Bolivia y Paraguay) [11], y escribió dos artículos : “Dans l’Orient bolivien. Notes sur les provinces de Chiquitos y Velasco”, publicado en París en 1908 en las Annales de géographie ; y una “Relación histórica sobre la reducción de San Ignacio de Zamucos”, publicada en 1936 en el Boletín de la Sociedad Geográfica de Sucre. En su entrada “Vaudry”, un diccionario francés de los exploradores y viajeros franceses en América sólo se refiere a esta región, y cita el primero de estos artículos (Broc, 1999 : 332-333).
Finalmente, sobre el altiplano y las minas, realizó en 1924 un mapa de Uncía-Colquechaca, y tomó fotografías de las minas de estaño [12] ; también fue el autor de un mapa de las propiedades mineras de la provincia Bustillos del departamento de Potosí [13], y de un artículo sobre la importancia minera de las provincias bolivianas de Bustillos y Charcas, de 1927.
Éstos son los materiales conocidos que Vaudry produjo durante sus estadías en Bolivia. Entre ellos, las que tuvieron mayor difusión fueron, sin duda, sus fotografías. Sabemos, por el material hoy conservado en el Museo de Historia de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), que el francés solía imprimir sus fotografías como postales, en papel rígido, con la indicación “Postal” atrás, pero sin título ni indicación de autor. Así por ejemplo una fotografía de su álbum representando a un “campamento de indios chorotis en el Palmar, Gran Chaco” (MHSC JBV A81) se corresponde con una postal suelta que conservó (MHSC JBV F123). Esta costumbre favoreció sin duda la difusión de sus fotografías, pero en detrimento de su autoría. Así, se encuentra todavía en Internet algunas fotografías suyas sin mayores indicaciones : una postal de Fortín Murillo, un puesto militar sobre el Pilcomayo fundado en 1892 [14] ; u otra, que circuló en Bolivia en 1905 como “propiedad de los editores Da Notta & Cia., La Paz” y representa a los tobas en Teyú, a orillas del Pilcomayo [15]. De esta manera, en 1906, la norteamericana Marie Robinson Wright utilizó fotografías del francés en un libro sobre Bolivia, suerte de apología del gobierno liberal de Ismael Montes. No indicó nunca su proveniencia y también se equivocó en las leyendas de las ilustraciones : por ejemplo, la fotografía de una joven toba acabó siendo la de una choroti (Wright, 1906 : 445).
Las fotografías de Vaudry tuvieron también amplia difusión (esta vez sí reconociendo a su autor) en el primer tomo de la Anthropologie bolivienne de Arthur Chervin, publicado en Francia en 1908. Este libro recogía los resultados de la misión científica francesa conocida como “misión Créqui-Montfort”, realizada en Bolivia en 1903, con el objetivo de recabar datos geográficos, arqueológicos, geológicos, meteorológicos, etc., sobre el país y sus habitantes ; tenía también un fuerte componente antropológico (antropología física) y etnológico. Varios científicos, entre ellos Eugène Sénéchal de Lagrange y Victor Huot, integraron la expedición junto con Georges de Créqui-Montfort. Los datos recabados debían ser luego analizados en gabinete en París : de hecho, Arthur Chervin, compilador de la Anthropologie bolivienne, no participó del trabajo de campo [16]. Sea lo que fuere, Vaudry colaboró generosamente con los científicos de la expedición a través de Alfred Dereims, el geólogo de la comisión Hachette, que recorrió entre 1903 y 1905 las regiones mineras del altiplano boliviano (Dereims, 1906). Arthur Chervin escribe : “gracias a la amabilidad del señor Alfred Dereims, tenemos la buena suerte de publicar las fotografías inéditas sacadas en 1904 por M. J.-B. Vaudry durante una misión de delimitación del Chaco boliviano, brasileño y argentino. Nadie conoce mejor que M. Vaudry a las poblaciones del Chaco” (Chervin, 1908 : 107 ; traducción mía). Tanto Dereims como Vaudry figuran, pues, en los agradecimientos de la Anthropologie bolivienne (Chervin, 1908 : 155) ; en el mismo libro fueron publicadas numerosas fotografías de Vaudry, ilustrando tipos indígenas de los Andes y de las tierras bajas de Bolivia (Chiquitania y Chaco).
Sin embargo, lo cierto es que todo el material evocado hasta ahora representa apenas una fracción del trabajo realizado por Jean-Baptiste Vaudry en Bolivia. De hecho, hace una década, la señora Michèle Salaun-Alonso, sobrina bisnieta del ingeniero, encontró cerca de París, en el sótano de la casa familiar, una maleta repleta de más documentos : textos inéditos de Vaudry, más de 500 fotografías sueltas y un álbum confeccionado por él. Compartió en una primera instancia estos materiales conmigo, lo que dio lugar a la publicación de un libro (Combès y Salaun, 2018) y un artículo (Combès, 2018), sobre las colecciones chaqueñas de Vaudry : fotografías, pero también textos inéditos de “estudio sobre las razas” indígenas de la región. De hecho, los materiales inéditos dan relevancia al trabajo de Vaudry en el Chaco, más pobremente representado en las publicaciones.
Más tarde, Michèle Salaun-Alonso tuvo la generosidad de entregarme todo el material encontrado ; lo catalogué, y lo doné al Museo de Historia de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), hoy propietario del “Fondo Jean-Baptiste Vaudry”, consultable por cualquier investigador.
Los documentos consisten en 519 fotografías sueltas (serie F), algunas de las cuales existen en varios ejemplares ; otras cuatro se perdieron físicamente, pero existen en copia digital. Otra serie (A) es la del álbum de 84 fotografías organizado por Vaudry, dedicado exclusivamente a “tipos indígenas” y mestizos (“cholos”) de todo el país ; finalmente, los documentos también comprenden cuatro textos (serie T) relativos al trabajo de Vaudry (un grueso expediente sobre las minas de Uncía y Llallagua, correspondencia y anotaciones de la comisión de límites con Argentina) y sus notas sobre los indígenas del Chaco.
Sabemos que no todas las fotografías del ingeniero francés han subsistido : la comparación con la publicación de Chervin muestra que algunas han desaparecido o, al menos, no se encuentran entre los materiales encontrados. Sin embargo, y en eso reside el valor de este fondo, muchísimas fotografías existen que no se conocían hasta ahora. El cuadro 2 ilustra la situación a propósito de las fotografías de indígenas y mestizos (“cholos”) sacadas por Vaudry.
Cuadro 2. Fotografías de Vaudry sobre indígenas y mestizos, existentes en Chervin (1980) y en el Fondo JBV
Grupo étnico | Existe sólo en Chervin | Existe en archivo y Chervin | Existe sólo en el archivo | TOTAL |
---|---|---|---|---|
Andes-valles | ||||
Aymara | 0 | 4 | 14 | 16 |
Quechua | 2 | 13 | 18 | 33 |
Cholos (mestizos) | 0 | 1 | 25 | 26 |
Total | 75 | |||
Chaco | ||||
Chiriguanos | 1 | 11 | 16 | 28 |
Tobas | 3 | 6 | 7 | 16 |
Chorotes | 0 | 6 | 5 | 11 |
Matacos/Noctenes | 2 | 7 | 9 | 18 |
Tapietes | 0 | 1 | 0 | 1 |
Total | 74 | |||
Oriente | ||||
Chiquitanos | 3 | 4 | 9 | 16 |
Guarayos | 1 | 0 | 0 | 1 |
Bororo | 0 | 0 | 1 | 1 |
Total | 18 |
Entre los manuscritos inéditos de Vaudry, sólo un cuaderno (MHSC JBV T4) es de corte etnográfico : notas en francés, tituladas “Estudio de las razas indígenas del Chaco”, que se refieren a los chiriguanos del límite occidental del Chaco (pp. 3-63) y a los grupos propiamente chaqueños : tobas (pp. 65-69), chorotes (pp. 69-71) y matacos-noctenes (actuales weenhayek ; pp. 71-73), además de “generalidades comunes a los tobas, chorotis [sic], matacos” (pp. 73-75), y de vocabularios de las lenguas de estos cuatro grupos étnicos.
Por más que su título anuncie un estudio de las “razas”, se trata de un texto de corte netamente etnográfico. El texto sobre los chiriguanos está organizado como un manual de etnografía clásica, con partes sobre la vestimenta, usos y costumbres, creencias, lengua, vivienda, etc. Por cierto, el lector podrá encontrar en estas notas algún parecido con los textos escritos por los padres franciscanos que trabajaron en esta época entre los chiriguanos, como Alejandro Corrado (1884). Esto no significa que Vaudry se haya contentado con copiar estos libros, sino que los utilizó como referencias para comprobar o ampliar sus propias observaciones, y/o que obtuvo la mayoría de sus informaciones de los misioneros. Advertimos sin embargo la curiosidad del viajero, afanado en descubrir el significado de los topónimos (dedica casi seis páginas a su etimología) o entender el arte de colocar el tarugo labial o tembeta ; advertimos, también, su escepticismo hacia la labor de los misioneros, que si bien lograron “civilizar” a sus neófitos, los siguen dirigiendo de un modo demasiado paternalista :
En las misiones, los cambas se casan en la iglesia, pero antes deben conseguir el acuerdo del franciscano misionero, que a menudo abusa de su autoridad para imponer un marido a las jóvenes chiriguanas, en contra de su voluntad […] El indio no goza de ningún derecho civil o político. Se lo considera como un menor de edad, cuyo tutor sería el misionero [17].
Las partes dedicadas a los indígenas chaqueños son bastante más escuetas. Es un hecho que los propios franciscanos escribieron mucho menos sobre los tobas o matacos, y Vaudry no tuvo muchos textos a los cuales recurrir.
De esta manera, lo más valioso de la información que nos legó Vaudry, ya sea sobre el Chaco, ya sea sobre otras regiones como los Andes sobre las cuales no escribió notas etnográficas, reside ciertamente en sus fotografías.
Muchas de las imágenes constituyen un tesoro más aprovechable por los historiadores que por los antropólogos : por ejemplo las que retratan el primer accidente aéreo de la historia de Bolivia, el 3 de abril de 1921 (F444 a F449), la salida de los soldados a la guerra del Acre (F264 a F270) o las vistas de las ciudades de hace más de un siglo. Pero, como demuestra el cuadro 2, muchas de las fotografías tienen un interés netamente antropológico. Si bien Vaudry, por su trabajo, solía codearse con presidentes y multimillonarios, también era un viajero culto y curioso, ávido de saber, que no dudaba en hablar con un barrendero de La Paz o con un cazador chaqueño
Por cierto, estas fotografías no siempre son espontáneas : en muchas de ellas, se evidencia la pose de la persona retratada (por ejemplo la de aquel quechua de Sopachuy, que accedió además a posar vestido y desnudo, aquí fig. 2 y 3). De la misma manera, y en un afán de precisión, al fotografiar a un grupo de chorotes en Caiza, Vaudry pidió a uno de los hombres retratados colocar “en su frente, para mostrarlos bien, dos mechones de cabellos atados muy apretados como cola de cerdo, que lleva normalmente en los hombros para adornarse” (Chervin, 1908 : 147). Sabemos también que, en algunos casos al menos, Vaudry pagó para conseguir el permiso de fotografiar a la gente. Por ejemplo, en la figura 4, el “mataco” Achicoria posa agarrando el tabaco “que se le acaba de dar para que se deje fotografiar” (Chervin, 1908 : 124). Sin embargo, otras veces sacó fotografías sin permiso, como en Fortín Murillo a orillas del Pilcomayo, donde “bolivianos de la misión de delimitación atraen la atención de ambos muchachos tobas para que sean fotografiados sin saberlo” (Chervin, 1908 : 132).
Si bien sus fotografías fueron utilizadas por Chervin para ilustrar “tipos indígenas” (y algunas ciertamente se sacaron con este objetivo como, de nuevo, la del quechua desnudo de Sopachuy), la mayor parte de ellas apuntan más bien a la documentación etnográfica. Junto con las personas, Vaudry procuró casi siempre hacer figurar objetos de la vida diaria (tinajas, arcos, redes, collares, etc.), evidenciar la vestimenta, mostrar las viviendas, etc., y a menudo explicitó también estos aspectos en las leyendas que redactó para Chervin (o que Chervin redactó en base a sus apuntes). Un buen ejemplo de ello es la figura 5 y su leyenda : “El arco está hecho de madera muy dura de palo santo o escayante. La flecha para la cacería está hecha con un junco terminado con una punta de madera dura como el arco. Para pescar, se utiliza una flecha terminada por un alambre o un viejo cuchillo. Los matacos son extremadamente diestros con el arco y alcanzan fácilmente una monedita a 70 o 100 metros. Asimismo, a una distancia muy grande hacen entrar una flecha en el cuello de una botella. Notar la actitud del tirador, que aprieta fuertemente su brazo al cuerpo para asegurar la dirección de la flecha. Tiene por tocado un gorro hecho de hojas de palmera y adorado con plumas de ñandú” (Chervin, 1908 : 125).
No todas las fotografías consisten en retratos. Otras son más espontáneas, como las de algunas fiestas andinas (p. ej. F286, A21 y A28), de mercados (F282, aquí figura 6), o de campamentos indígenas (p. ej. F67, aquí fig. 7).
Una particularidad de las fotografías de Vaudry es la individualización de los sujetos, con nombre, apellido e incluso alguna información más. Encontramos así a “la bella Matilde, chola mondaine de La Paz” (F418 ; Chervin 1908 : 67) ; a Tomás, chuta [doméstico], indio aymara de La Paz (F422 y A1), a “El José”, también aymara (F423, A6), al quechua Mariano Janco (F333, A33), a Juana y Rosa, chiriguanas de Caiza (F58, A51), a doña Delfina viuda de Cárdenas y doña Guillerma de Moscoso, cholas de La Paz (F304, F305, F309 y F310), etc. Aprendemos que el indio chiquitano que conduce un carro de bueyes no es otro que el descendiente del famoso viajero francés Alcide d’Orbigny (F175 ; Chervin, 1980 : 71), que el marido de la chiriguana Marcelina es curandero y “administra sobre todo tés de copaiba a aquellos que los necesitan, y son muchos” (A48 ; Chervin, 1908 : 89), que el también chiriguano Taco tiene varias esposas (A60) o que la vestimenta de su colega Bairahua no es “típica” sino regalo de algún blanco (F164 ; Chervin, 1980 : 93), etc. Estos detalles dan vida a las fotografías y nos acercan a la gente retratada : Vaudry muestra personas con historia, con individualidad, con personalidad, y eso no es lo común en esta época. A título de comparación, un álbum de 198 fotografías de las misiones franciscanas del Chaco, elaborado pocos años antes de los viajes de Vaudry, sólo identifica claramente a los padres misioneros : los neófitos indígenas son anónimos, con una sola excepción [18] ; de la misma manera, el Indianerleben que el antropólogo sueco Erland Nordenskiöld escribió sobre los chiriguanos y los indígenas del Chaco, a quienes visitó prácticamente en la misma época que Vaudry, ofrece un total de 162 ilustraciones entre dibujos y fotografías, 59 de las cuales representan a personas. La mayoría de estas fotos lleva leyendas genéricas, como “mujer choroti fabricando una vasija de barro” o “muchachas chanés moliendo maíz en un mortero” (Nordenskiöld, 2002 [1910] : 113, 135). Tres dan algo más de precisión, aunque sin citar nombre : por ejemplo, el retrato de un “narrador de cuentos chané”, o el de la “anciana choroti que ha tatuado al autor” (Nordenskiöld, 2002 [1910] : 71, 239). Una sola identifica a la persona fotografiada con precisión : la del “jefe chiriguano Mandepora” (Nordenskiöld, 2002 [1910] : 197).
Es cierto, en lo que concierne al Chaco, que Vaudry no escapa de los estereotipos en vigor en la época, según los cuales los chiriguanos (agricultores, sedentarios y “mansos”) son culturalmente superiores a los tobas, matacos y demás chorotes nómades, cazadores-recolectores y, a menudo, más rebeldes al avance de la colonización. Así por ejemplo, el francés dice de los chiriguanos que “hoy, están lejos del estado en que quedan las tribus vecinas de los tobas, matacos, chorotis y tapietes” (MHSC JBV T4). La leyenda de una fotografía de hombres, mujeres y niños matacos del Pilcomayo reza : “se ve, apoyadas a la choza hecha de bambús, una serie de mujeres horriblemente feas”… aunque luego explica : “parecen viejas antes de tiempo, por la dura vida que llevan” (Chervin, 1908 : 121 ; aquí fig. 9).
A decir verdad, ni siquiera un antropólogo como Erland Nordenskiöld se libra de los presupuestos evolucionistas de su época, y el sueco también considera que los chiriguanos tienen una “cultura superior” en relación con lo “primitivos” que son los indígenas chaqueños (2002 [1910] : 139). Las fotografías de Vaudry transmiten gráficamente el mismo mensaje : basta con comparar, por ejemplo, al chiriguano Tacó (aquí fig. 8), retratado de terno junto con su esposa, con los tobas, chorotis o noctenes prácticamente desnudos. La imagen de Tacó transmitida por Vaudry ilustra, pues, el nivel de “civilización” (o de aculturación, según la perspectiva) alcanzado por el jefe chiriguano, y se corresponde exactamente con esta observación de Nordenskiöld : “Hay hombres chanés y chiriguanos que tienen varias mujeres […] sobre todo entre los jefes […] Se dice que Taco tiene siete. […] Siguiendo el ejemplo de los blancos, hoy en día algunos de los indios más civilizados y ricos, como Taco, tienen sirvientes de su propia tribu, pero no es lo tradicional” (2002 [1910] : 196, 213). Una observación que, a su vez, la leyenda de otra fotografía de Vaudry aclara : la de la hacienda Cabayu-igua (F112), de la que nos explica que es de propiedad de Napoleón Taco, y en la que trabajan indígenas tapietes para el dueño chiriguano (aquí fig. 10).
Como se ve, pese a los prejuicios de la época y del lugar, las fotografías de Vaudry y sus leyendas son fuentes de muchas informaciones para nosotros. Más aún, estas imágenes rompen de alguna manera la rígida jerarquía establecida entre los diversos grupos étnicos, al evidenciar que tobas, chorotis, noctenes o chiriguanos viven a menudo juntos, se alían, se relacionan y, más allá de las etiquetas que les son atribuidas, están inextricablemente ligados entre sí por una cadena de intercambios, alianzas matrimoniales, trueques y guerras. “Que las diversas tribus del Chaco se compenetran entre sí en la actualidad a pesar de sus rivalidades y rencores, es un hecho que hemos observado muchas veces”, escribía el argentino Baldrich pocos años antes del viaje de Vaudry (1890 : 199) y fotografías como las de chiriguanos y matacos pescando juntos en el Pilcomayo (F95), de tobas y matacos en un mismo campamento (F121), de tobas y chorotes en Ibibibo (F51), etc., evidencian esta realidad.
Y escribo “realidad” porque, aunque sepamos que ninguna fotografía es el reflejo exacto y fiel de algo “real”, aunque Vaudry hizo posar a su antojo a las personas, aunque afirme que los unos son superiores a los demás, sus imágenes son “reales” en un aspecto fundamental : retratan a pueblos, campamentos o ciudades, a un país entero donde los indígenas conviven con “los blancos”. Porque su interés como antropólogo es hablar de “la vida de los indios”, Erland Nordenskiöld retrata un Chaco casi solamente indígena, con pocas alusiones a los fortines militares, las haciendas o las misiones franciscanas. No ignora por supuesto la presencia colonizadora, e incluso la denuncia en ciertas páginas, pero el mundo que describe en su texto o retrata en sus fotografías es el de los indios, y sólo de ellos. A la inversa, porque su interés es destacar la labor misionera, las fotografías franciscanas sólo retratan a los indígenas que viven en el seno de las misiones e ignoran por completo a las comunidades independientes, o a los campamentos tobas y noctenes que rodean los fortines militares. Vaudry no. Fotografía a una indígena aymara que trabaja de costurera en la ciudad (F428), a un barrendero indígena de La Paz (F421), a mendigas quechuas en Cochabamba (Fig. 11), y a numerosos “cholos” o mestizos.
En el Chaco, no tiene reparos en mostrarnos a un Taco vestido como criollos, o a indígenas y blancos conviviendo en los fortines del Pilcomayo (F84 : “Grupo de blancos e indios matacos en Fortín Murillo” ; F88 : “Indios tobas y blancos en Fortín Murillo, sept. 1903”). En el pueblo supuestamente criollo y sólo criollo de Caiza, plaza fuerte de los colonos a finales del siglo XIX, retrata tanto a chiriguanos, chorotis como criollos ; a orillas del Pilcomayo en Teyú, donde los bolivianos construyeron en 1883 la Colonia militar Crevaux, las fotografías muestran, además de chorotis, tobas y matacos, soldados mestizos, blancos de la comisión de límites y, más importante tal vez, la toba Pichigai, casada con un soldado mestizo del piquete (aquí fig. 12 y 13). En Fortín Murillo, la leyenda de una fotografía grupal de matacos indica que uno de ellos es mestizo, y sus fotografías coexisten con las de mestizos y mestizas que viven en el fortín junto con los indígenas (F84 ; Chervin, 1908 : 120).
Vaudry retrata, en suma, un mundo fluctuante, en constante cambio, que hace añicos la tajante separación entre criollos (“blancos”) e indígenas. Lejos de “exotizar”, sus fotografías nos muestran ambas caras de la medalla : nos hablan de una vida cotidiana en la que indígenas “mansos” viven junto con los blancos para quienes trabajan, en la que otros “bravos” visitan los centros criollos y se equipan tanto con ollas de aluminio como con armas de fuego ; un mundo donde blancos o mestizos se casan con indígenas, un mundo en el que también se puede ser indígena mendigando en la ciudad.
Referencias citadas
Anuario de leyes
1902 Anuario de leyes, decretos y resoluciones supremas. Año de 1901. La Paz : Imp. y Lit. Paceña.
1904 Anuario de leyes, decretos y resoluciones supremas. Año de 1903. La Paz : Imp. artística.
1910 Anuario de leyes y disposiciones supremas de 1909. La Paz : tip. de “La Unión”.
Referencias
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BROC, Numa. 1999. Dictionnaire illustré des explorateurs et grands voyageurs français du XIXe siècle, tomo 3 : Amérique. París : CTHS.
CHERVIN, Arthur. 1908. Anthropologie bolivienne. Tome premier : Ethnologie, démographie, photographie métrique. París : Imprimerie nationale.
COMBÈS, Isabelle. 2018. “Los retratos indígenas de Jean-Baptiste Vaudry (Chaco boliviano, 1902-1904)”. Revista Complutense de Historia de América 44 : 21-43.
COMBÈS, Isabelle y Michèle SALAUN (eds.). 2018. El Chaco de Jean-Baptiste Vaudry. Sucre : ABNB.
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